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sábado, 29 de septiembre de 2012

El hijo de la mujer apocalíptica


El acto final de las  profecías

Vio San Juan en el Apocalipsis (Ap.12) una mujer vestida de sol y coronada de doce estrellas, con la luna debajo de los pies; y dice que esta mujer parió un hijo varón, el cual había de dominar todas las gentes del mundo. Y la figura maravillosa que vio San Juan en el cielo, ¿significaba alguna cosa más? Sí, dos; la primera, que este hijo varón, nacido para Emperador universal, había de ser príncipe cristiano é hijo de la Iglesia Católica. Así lo entienden literalmente todos los expositores del Texto sagrado; y que por eso la misma mujer, á quien se atribuye el parto, estaba vestida del sol y coronada de doce estrellas: vestida del sol que es Cristo, porque la divisa y carácter propio de la Iglesia y Religión Cristiana, es el Bautismo; todos los que se bautizan, se visten de Cristo, como lo dice San Pablo: (Galat. 3. 27). Y coronada de doce estrellas, que significaban los doce apóstoles: porque la Iglesia no sólo es y se intitula Católica, sino también apostólica.

La segunda cosa que significa la misma figura, es la circunstancia del tiempo en que había de nacer a la Iglesia aquel hijo varón y dominador del mundo. Lo dice David en pocas palabras (Salmo 71, 8 ). Dice que dominará de mar á mar, hasta los últimos fines de la redondez de la tierra. ¿Cuando ocurrirá esto? Cuando fuere quitada del mundo la luna.

La luna ha de durar hasta el fin del mundo: (Lucas 21, 25). ¿Qué luna, pues, es esta que ha de ser quitada del mundo en aquel tiempo? Es la luna que los mahometanos adoran y traen en sus banderas. Así lo declara el mismo texto en la raíz hebrea: Donec auferantur servi lunae. Hasta que sean quitados del mundo los que sirven a la luna.

Y esto es lo que significa, en el nacimiento del Príncipe dominador del mundo, la luna debajo de los pies de la Iglesia: et  Luna sub pedibus ejus. Lo que quiere decir que la mujer ha de pisar la luna, metiéndola debajo de sus pies.

De manera que, resumiendo toda esta visión del Apocalipsis, en el que quiso Dios que San Juan viese é historiase todos los sucesos de su Iglesia, principalmente los mayores, dice el mismo San Juan, como Profeta, como Apóstol y como Evangelista, que la Iglesia pariría y le nacería un hijo varón el que va regir a todas las naciones con cetro de hierro (Ap. 12,5 y Salmo 2); y que este hijo había de ser Emperador de todo el mundo y que este nacimiento sucedería cuando la misma Iglesia pusiese debajo de los pies la luna y los que la sirven, que es el Islam.

Por todo lo expuesto, el Señor se servirá de una nación, Rusia, y de los seguidores de una secta, el Islam, para que, aliados momentáneamente para un fin concreto, la destrucción de los pueblos libres de occidente, invadan Europa llevando el terror y la destrucción por donde pasen. Serán detenidos y vencidos en los Pirineos en la batalla que durará tres días y que profetizó Bug de Milhas el vidente de los Pirineos  y en la batalla del Abedul en Renania Wesfalia que relata Sanchez de Toca y tras su derrota definitiva a orillas del Neva, el gran Monarca reconquistará primero la Tingitania y después todo el Norte de África hasta llegar a los Santos Lugares y a Bizancio donde restablecerá el culto en Santa Sofía.

Los pocos supervivientes centroeuropeos restaurarán el Sacro Imperio Romano Germánico y nombrarán Kaiser a un joven campesino austriaco, que será coronado en Colonia, que reinará un año y al final del mismo abdicará en favor del Gran Monarca elegido por Dios (Los Profetas del Bosque de D. José María Sanchez de Toca).

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